El cine y el diseño gráfico caminan de la mano desde que se realizaron las primeras proyecciones.
A lo largo de la historia, esa relación ha producido carteles de cine que son grandes obras maestras, además de iniciar senderos por los que habría de transcurrir el diseño gráfico.
Esta es la primera entrada dedicada al diseño de carteles de cine que publico en mi blog.
Hablo de la historia del diseño de carteles a través de algunos de los más grandes diseños que se han realizado para promocionar películas. Seguirán dos artículos más en los que me detendré en la obra de algunos grandes cartelistas y en otras formas de concebir el diseño de carteles de cine.
Un grito en la pared.
Josep Renau Berenguer, (Valencia, 1907 – Berlín, 1982), uno de los cartelistas más importantes en la historia del diseño gráfico, no sólo español sino mundial, afirmaba que “El cartel es un grito en la pared”.
La frase, viniendo de alguien que realizó magníficos collages cargados de ideología contra el fascismo y el capitalismo, tiene una connotación al carácter propagandístico que siempre ha acompañado al cartel, pero puede ser extrapolada a cualquier cartel bien diseñado.
Desde que el hombre aprendió a plasmar imágenes y texto sobre el papel, los carteles han formado parte de nuestras vidas. Los “Se busca” de las películas del Oeste, los mensajes electorales encontrados en Pompeya o incluso las noventa y cinco tesis de Lutero son carteles que cumplieron con una misión concreta, acercar un mensaje a la población de una forma efectiva e inteligible por todos.
Con la llegada de la imprenta comenzó la producción en serie de carteles, y con ellos llegó el crecimiento de un área del diseño gráfico que se acerca al arte más que cualquier otra. De hecho, no son pocos los artistas que realizaron carteles de gran relevancia en la historia del arte y el diseño. Hay carteles que son historia, que forman parte de nuestra memoria y nuestra cultura. Este texto quiere presentar a algunos de los más grandes de la historia del diseño gráfico.
Carteles de cine en la historia.
Desde que el cine comenzó a atraer público, los carteles acompañaron las proyecciones. Se supone que el primer cartel de cine que se diseñó data de 1895, cuando los Hermanos Lumière encargaron al litógrafo Henri Brispot la elaboración de un cartel que anunciara su nueva patente, el cinematógrafo.
En este cartel, ilustrado al estilo de la época, se mostraba a un público expectante para acceder a la sala de proyecciones. Hay mujeres y hombres, incluso un sacerdote, obedeciendo a un guardia que ordena el barullo. Este cartel transmitía conceptos sencillos pero fundamentales; que se trataba de un servicio apto para todos, que la entrada no era cara y que se ajustaba a las buenas costumbres sociales, pues la policía los protege.
Se cuenta que sólo 33 parisinos asistieron a la primera sesión, pero no tardó el cine en alcanzar una popularidad insospechada. Aquél primer cartel se subastó en el año 2018 en la sala Sotheby’s con un precio de salida de 40.000 euros. A partir de ese momento, la creatividad de los guionistas y directores y la de los cartelistas siguieron caminos paralelos. El cine y los carteles no fueron ajenos a estilos artísticos, a modas o a tendencias, y de su unión nacieron grandes obras.
A Heinz Schulz Neudamm debemos el cartel de la película Metrópolis, dirigida por Fritz Lang. De este póster mítico creado en 1926, de estilo expresionista como la película, tan sólo se conservan cuatro copias conocidas. Una copia se guarda en el MOMA y otra en el Museo de Cine de Berlín, las otras dos pertenecen a colecciones privadas.
A partir de este momento, el cartel de cine produjo obras maestras ligadas a las tendencias de cada época. Durante la edad de oro del cine de Hollywood, entre las décadas de 1930 y 1950, los carteles buscaban ser tan espectaculares como las películas. Mostraban escenas épicas con tipografías grandilocuentes.
Carteles de cine en la edad de oro de Hollywood
De esa época tan marcada por la ilustración y el uso del color, nos quedan carteles inolvidables. -“Frankestein” (James Whale, 1931) diseñado por Karoly Grosz y dominado por una pincelada casi expresionista, estableció las bases del diseño para películas de terror y fantasía. Colores dramáticos, poses exageradas, tipografías desiguales y manuales.
-“Lo que el viento se llevó” (Victor Fleming, 1939) obra de Howard Terpning, se convirtió de inmediato en un icono inmortal de su composición. El dramatismo de la escena, el uso de colores cálidos, el fuego, todo en este magnífico poster anticipa una gran historia. Con esta obra, Terpning sentó cátedra y fue imitado tantas veces que sería imposible contarlas.
-“Casablanca” (Michael Curtiz, 1942) tiene un poster diseñado por Bill Gold, quien recurrió al blanco y negro para resaltar el carácter “noir” de la película. Los personaje se hacen pequeños y se pierden en el fondo negro según disminuye su importancia en la trama. Es otro recurso para contar la película sin decir una palabra.
-El poster para “Gilda” (Charles Vidor, 1946) resalta al personaje como una pincelada de intenso color sobre un fondo negro en el que se recorta el humo de su cigarro. Hay dramatismo en el color que define al personaje, pero hay poder y resolución.
-“Ladrón de bicicletas” (Vitorio de Sica, 1948) es una hermosa obra de neorealismo italiano que recurre a la acuarela para apenas esbozar a los personajes como seres de diluyen en la insignificancia de sus pobres vidas.
-“Sunset Voulevard” (Billy Wilder, 1950). Un cartel poderoso, dramático y tremendo en el que la figura de Norma Desmond se recorta sobre un fondo rojo, mirando desafiante a los protagonistas sobre una tira de celuloide que se aprieta en un nudo, como a punto de ahogar. Es un cartel impresionante pero en cierto modo es un cartel embustero por el protagonismo que otorga al otro personaje femenino, que en la película no lo tiene. El diseño de carteles de cine no sólo está sujeto al argumento de las películas, sino que siempre ha dependido de factores ajenos como la censura o los designios de los productores que no concebían no presentar a una acompañante femenina del protagonista, aunque su papel en la película fuera insignificante.
-En el cartel de “Planeta prohibido” (Fred M. Wilcox, 1956) se muestra una escena que no se corresponde con la película pero en realidad no importa. La fuerza de su composición, el uso del color, el aura de misterio y el erotismo implícito en la escena invitan a ver la película. La imagen de la heroína en brazos de un ser extraño, ya sea un robot como una momia, una criatura acuática o un gorila gigante, es uno de los recursos más repetidos, sobre todo en la edad del oro hollywoodiense.
-El cartel de “El ataque de la mujer de 50 pies” (Nathan Hertz, 1958) diseñado por Reynold Brown, casi deja de lado el contenido de ciencia-ficción de la cinta y se centra en la sexualidad de la enorme mujer.
-“Mon oncle” (Jacques Tati, 1958) es una deliciosa película cuyo magnífico cartel, obra de Pierre Étaix, recurre al minimalismo como la propia obra, pero con un estilo que parece anterior a su época, más anclado en otra forma artesanal de concebir el arte, lo cual tiene mucho que ver con el carácter del protagonista.
-Las inmensas de letras “Ben-Hur” (William Wyler, 1959) también obra de Reynold Brown, resaltan el carácter épico de la historia. El título es el protagonista, mucho más que los personajes o actores relegados a un puesto muy secundario en el cartel.
-El poster para “West Side Story” (Robert Wise, 1961) diseñado por Joe Caroff, con una clara influencia de Saul Bass, es un claro ejemplo de la ruptura que trajeron consigo los años sesenta. El uso minimalista de siluetas sobre fondo rojo dio lugar a un cartel inolvidable. No hay fotografías, no aparecen los protagonistas, tan sólo la tipografía, unas barandillas y figuras que casi son pictogramas.
-Algo parecido ocurre con el cartel para “Uno, dos, tres” (Billy Wilder, 1961), que contribuyó a sentar las bases de una nueva forma de diseñar carteles, dando prioridad al concepto por encima del adorno. Un fondo rojo, una figura apenas esbozada y tres globos donde deberían ir los pechos. No exhibe, sólo sugiere, como todo el cine de Billy Wilder.
Entre los sesenta y los setenta, nuevas historias, nuevos estilos.
A partir de los años 60 la experimentación formal y la falta de ataduras llegó poco a poco al diseño de carteles de cine. La fotografía se abrió paso relegando en ocasiones a la ilustración, que mantenía su hegemonía pero ahora era más libre, siguiendo como siempre las modas pero dando más importancia a la forma que al fondo.
Hasta los años 80, los carteles de cine jugaron con la psicodelia, con el minimalismo, los fondos planos y el collage entre otros recursos dando lugar a grandes obras maestras.
–Robert McGuinnis optó por una ilustración que presentaba a Holly Golightly estilizada enmarcada por rectángulos de color para el cartel de “Desayuno con diamantes” (Blake Edwards, 1961) Fondo blanco y una escena al fondo, no más. Con este cartel creó todo un estilo en ilustración tantas veces imitado por grandes artistas como Jordi Labanda entre otros.
-El cartel de “Blow Up” (Michelangelo Antonioni, 1966) transmite la atmósfera de la película usando una fotografía en blanco y negro recortada sobre un fondo rojo, como un collage artesanal que tiene una fuerza impresionante.
-Para el cartel de “La leyenda del indomable” (Stuart Rosenberg, 1967) el gran cartelista Bill Gold recurrió a una ilustración conceptual en la que el perfil de Paul Newman se repite perdiendo intensidad en cada repetición. Basta con ver el cartel para saber que se trata de un drama de acción, sin mostrar escenas de la película ni dar más indicios de los que se deducen del recurso gráfico utilizado.
–Heinz Edelmann, creó los personajes y el cartel de “Yellow Submarine” (George Dunning, 1968) influido por la psicodelia a la que tan aficionados eran Los Beatles en aquél momento.
-El cartel de “M.A.S.H.” (Robert Alman, 1970) arriesga con el uso de un collage que parece ser erótico sin serlo en realidad, combinando elementos que forman una figura sin sentido pero que representa el espíritu de la película de forma certera.
–Philip Castle creó un cartel amenazador para “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick, 1972) que usaba la ilustración de una forma nueva. No era una ilustración descriptiva sino que el uso el aerógrafo le otorgaba un cierto aire irreal. La imagen amenazante de Alex DeLarge insertada en la letra inicial exhibiendo un estilete y lo que parece un globo ocular anticipa sin desvelarla la temática violenta de la película.
-“El discreto encanto de la Burguesía” (Luis Buñuel, 1972) Se presentó con un cartel de René Ferracci que plasmaba el carácter surrealista del cine del director aragonés. Se trata de una imagen sin sentido, que no informa sobre la película, pero que seduce invitando a verla y a descubrir qué secretos se esconden detrás de esa imagen.
–Bill Gold utilizó la fotografía para el cartel de “El exorcista” (William Friedkin, 1973) y una tipografía sencilla. Es una imagen con un contraste subido para restar información, tan sólo una silueta frente a una casa de la que brota una luz extraña y que da tanto miedo como la película. No hace falta más, sugerir mejor que mostrar.
-El cartel de “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975) proporcionó a Roger Kastel un puesto en el Olimpo de los diseñadores de carteles. Es tanta su fuerza dentro de su sencillez que se ha convertido en una de las imágenes más imitadas o parodiadas de la historia del cine.
-“Rocky” (John G. Avildsen, 1976) se estrenó con un cartel de Tom Jung que parece un trabajo artesanal, casi un fanzine realizado con collage y fotocopiado. Utilizó una fotografía sencilla de dos personajes recortada sobre fondo blanco, la tipografía Franklin Gothic es igualmente sencilla pero potente, fuerte como el protagonista. Todo en blanco y negro, una obra de arte.
-De Tom Jung es también el cartel original de “Star Wars” (George Lucas, 1977). Una hermosa ilustración con características épicas que adelanta una gran historia pero que tal vez se aleja demasiado de ella en la presentación de los protagonistas, en sus posturas y en el erotismo sus vestimentas.
-Para concluir con esta etapa del cartelismo cinematográfico, el cartel de “Superman” (Richard Donner, 1978) diseñado por Bob Peak, se adelanta a su época usando un recurso nuevo; no aparecen los actores ni los personajes, no hay escenarios, sólo unas nubes atravesadas por una estela roja y amarilla, y la letra S que todos cocemos. No hay más información pero no es necesaria, basta con ver el cartel para sentir ganas de ir al cine.
De los 80 hasta hoy, ilustración, fotografía y experimentación
Desde comienzo de los años 80 hasta la actualidad, el cartel de cine es un arte libre. De las ilustraciones inolvidables de Drew Struzan que todos guardamos en nuestra memoria hasta la pesada repetición de esquemas comerciales de la actualidad, el género ha alcanzado cotas muy altas que merecen ser reseñadas.
-El poster de “1997, escape de Nueva York” (John Carpenter, 1981) diseñado por Barry E. Jackson, es un ejemplo perfecto del estilo hegemónico en los años ochenta.
Ilustraciones que casi contaban la película, complejas composiciones plagadas de detalles y siempre revestidas de un tono épico que atraía al público a las salas de cine. Casi todo el magnífico cine de aventuras de los ochenta utilizó este recurso que ha dado lugar a tantos grandes posters.
–Gerald Scarfe es el genio que está detrás de las animaciones y toda la gráfica de la película “Pink Floyd, The Wall” (Alan Parker, 1982). Una cinta como esta, rompedora en casi todos los aspectos, no podía tener un cartel al estilo de la época, sino uno que rompiera las barreras establecidas y presentara una imagen potente y arriesgada. El grito de dolor que parece diluirse en el cartel es una de las imágenes más potentes que se han visto en un cartel de cine.
-Los años noventa traen consigo la irrupción de la fotografía como técnica dominante en el diseño de carteles de cine. Para el poster de “El silencio de los corderos” (Jonathan Demme, 1991) se utilizó una fotografía de un rostro femenino, el de Jodie Foster, ambigua, casi andrógina, y sobre ella la imagen de una Acherontia atropos, la polilla que tiene un dibujo similar a una calavera en el abdomen. Hay que mirar bien de cerca para apreciar que la calavera está formada por varios cuerpos de mujer, pues se trata de “In voluptas Mor“, una fotografía concebida por Salvador Dalí en 1951 en colaboración con el fotógrafo Philippe Halsman.
–James Verdesoto es el diseñador del cartel para “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1994) y para crearlo recurrió a una fotografía de Uma Thurman como una pin-up convertida en la portada de una revista Pulp. Es un anticipo de lo que traerían los años siguiente, posters cinematográficos formados enteramente por fotografías.
-Rizando el rizo del uso de la fotografía, el cartel de “El Show de Truman“, (Peter Weir, 1998) parece ser una fotografía del protagonista pero la imagen a su vez está formada por cientos de pequeñas fotografías correspondientes a momentos de la vida de Truman. El cartel no sólo define a la perfección el mensaje de la película sino que abre un nuevo camino para los diseñadores.
“American Beauty” es una película dirigida por Sam Mendes en 1999. Él no sólo fue el director, sino también el creador de su inolvidable cartel. La fotografía de un vientre de mujer y una mano femenina que sostiene una rosa. Nada más, tan solo una fotografía, pero sugerente y seductora, como toda la película.
-“Moon” (Duncan Jones, 2009) es una película de ciencia-ficción inquietante que abunda en bucles argumentales de los que es difícil salir. Su cartel es, de nuevo, una fotografía pero situada dentro de un conjunto de círculos concéntricos que tienen mucho que ver con el argumento de la película. En los años 2000, la fotografía mantuvo su importancia en el diseño de carteles, pero ya no era la protagonista absoluta sino que otros elementos la complementaban y añadían significado.
-Del mismo año es “Precious” (Lee Daniels, 2009), pero para presentar al personaje y su circunstancia, el estudio Ignition Creative diseñó un cartel que parecía una obra de Saul Bass más que un cartel de su época. Viendo el cartel no es necesario conocer el argumento de la obra para intuir el sufrimiento de la protagonista.
-“Nebraska” (Alexander Payne, 2013) es una hermosa película protagonizada por un anciano que se empeña en realizar un viaje que parece imposible por su edad y condición mental. El excelente cartel diseñado por LT Communications, muestra al personaje fotografiado de perfil, casi desaparecido, apenas resaltado por un perfil iluminado y una cabellera desordenada que parece escapar de su cabeza y evaporarse, como la mente del protagonista. La fotografía tiene aún protagonismo pero pierde importancia.
-El cartel de “Langosta” (Yorgos Lanthimos, 2015) se presentó con un cartel en el que la fotografía del protagonista parece incompleta, falta una figura a la que abraza sin que la veamos. Vasilis Marmatakis reflejó así la soledad a través de la ausencia del ser amado, sirviéndose de una fotografía pero añadiendo emoción al restar información.
-Más cercano en el tiempo, el cartel de “The French Dispatch” (Wes Anderson, 2021) diseñado por Javier Aznarez, es, como la película, un homenaje a una forma de hacer periodismo que parece desaparecer. No hay fotografía sino una ilustración que recuerda las portadas de “The New Yorker“.
Es original y divertido además de un buen ejemplo de nuevas formas de diseñar carteles.
–Javier Jaén creó para “Madres Paralelas” (Pedro Almodovar, 2021) un teaser poster magnífico. Ese pezón del que brota una gota de leche que a la vez es una lágrima porque el pezón es tambièn un ojo, es una obra de arte del diseño de carteles de cine. Toda la obra está en esa imagen, sin ilustraciones, sin fotogramas de la película, sin fotografías de las protagonistas. Diseño en estado puro.
No sabemos hacia donde se encamina el diseño de carteles cinematográficos. La irrupción de las nuevas tecnologías digitales han revolucionado el diseño.
La tipografía y la ilustración parecen recuperar un poder que habían perdido mientras las salas de cine se llenan de carteles clónicos pertenecientes a grandes superproducciones.
El uso que los diseñadores hacen de internet y las redes sociales ya ha producido carteles interactivos o que cambian según la circunstancia, tal vez este sea el futuro o tal vez sólo una moda.
Sea como fuere y pese a las imposiciones de grandes productoras y plataformas televisivas, el diseño de carteles es hoy en día más libre que nunca, con lo cual veremos grandes obras en los próximos años.
Enlaces de interés:
Gracias por esta entrega, Roselino, es refrescante y anima a ver estos carteles con otra óptica. Son muy acertadas tus apreciaciones y se disfruta cada uno de ellos como si los vieras por primera vez, animado por el entusiasmo con el que los describes. Espero con interés la segunda parte de esta magnifica publicación, enhorabuena.